Al comienzo de éste curso, mi hijo de 10 años, que cursa por cierto 4 de primaria, empezó a manifestar signos de «rechazo» a la hora de preguntarle por sus deberes o exámenes.
Comencé cómo siempre, interesándome por si tenía tareas qué hacer, si tenía trabajos, qué día tenía los exámenes, y cómo siempre, hasta ahora, pues le decía que tenía que estudiar y hacer los deberes antes que jugar o realizar cualquier otra actividad, si además implicaba consolas. Y a ésto ´ultimo me refiero, siendo fin de semana que es cuándo pueden utilizar consolas.
Pues bien, empecé a notar, que se enfadaba y se ponía nervioso. Me decía que no le dejaba espacio, que él sabía lo que tenía que hacer. Es decir, el tiempo que necesitaba para estudiar, si es que lo necesitaba, y a qué hora. Yo le decía, «estudia ahora que son las 17, no lo dejes para las 20h», por ejemplo». Y, él decía «no, quiero jugar, y luego a las 20h antes de la cena, estudio». Me parecía precipitado, luego a regañadientes, porque ya se le había olvidado que tenía que estudiar, lo hacía.
Veinte minutos es lo que dedica al estudio, ya sea matemáticas, lengua, inglés o valenciano. Da lo mismo. Al parecer, se lo sabe de «carrerilla» c´´omo se suele decir. Resaltar además, que su profesora, en una única reunión que tuvimos al principio del curso (otra de las causas del virus, no poder realizar reuniones escolares), nos dijo que ella no iba a hacer exámenes, que ella lo llamaba pruebas. Eso sí, iba a tener muy en cuenta, las fichas, que no son más que ejercicios que ella les manda realizar en clase, y si no acaban deben realizar en casa. Durante éstos primeros tres meses de curso, mi hijo a demostrado que ya sea por responsabilidad o picar´día, no ha traído ni un sólo día, un deber a casa. Ni uno. En serio. Me decía, «pues es que hemos tenido un rato libre, y he aprovechado para terminar unos ejercicios». Bien por él, pero que muy bien. El caso es, que los hacía todos. Y las fichas, bastante ordenadas y con limpieza. De hecho, entre 6 y 7 de nota.
Vuelvo a los exámenes/pruebas. Mi hijo, a sacado todo 9, y dos 10. No es por resaltarle académicamente. En serio, no. Es demostrar que dar un voto de confianza vale la pena.
Cuándo mi hijo, me dijo un día «me agobias», y se encerró llorando en su habitación, mi marido y yo, decidimos darle ése voto de confianza del que hablo. Le dijimos «está bien, vamos a dejarte que estudies de la manera que tú elijas, y cuándo elijas. Eso sí, quiero saber las fechas de los exámenes, y por supuesto las notas. Saber si tienes o no deberes que no has podido acabar en clase, trabajos, etc. Papá y yo, estaremos para ayudarte si lo necesitas. Y, espero que nos pidas ésa ayuda. Si bajas las notas, tendremos una nueva charla, si todo sigue igual o mejor, seguiremos confiando en tí!.
Y, así ha sido.
De momento, sigue mi voto de confianza. Eso sí, echo de menos que necesite mi ayuda. Aunque sólo fuese ayudarle a repasar. El otro día, último ya de las vacaciones de Navidad, viernes. Le dije que hiciese los deberes de matemáticas que su profesora a modo de repaso, les había entregado. Eso sí, puntualizó, que mi hijo, entre otros muchos, no necesitaban realizarlos porque habían pasado con éxito la materia en cuestión. Pues bien, se puso a llorar (es así, mi hijo cuándo se frustra, monta una escena que para los Goya), y le dije, «mira, tengo un premio para tí, a modo de recompensa si realizas los ejercicios. Verás, todo esfuerzo tiene su recompensa, y realizar una tarea que según parece no necesitas, pero tu profesora puede ver cómo un gran esfuerzo y responsabilidad por tu parte, se merece la sorpresa». Vale me dijo, pero claro, luego llegó el día en cuestión, y cómo digo, venga a llorar. Lo dejé, y al cabo de media hora, estaba haciendo los deberes. Tardó una hora. Y de recompensa, un libro de los Pokémon. Le gusta mucho leer, y me da igual, si es de dibujos o una novela.
Explicado todo. Tan sólo una reflexión. ¿Agobiamos a nuestros hijos con el tema deberes y exámenes? ¿Manifestamos tal interés sólo por el hecho, de haber estudiado, y creernos que nuestro modo de estudio, debe ser también el de ellos?…
Mi madre, nunca me dijo cómo estudiar, ni a qué horas… yo llegaba y realizaba mis tareas, estudiaba si tenía exámenes y era responsable de mis notas. He llegado a la conclusión, de que debo dejarle que explore sus aptitudes hacia el estudio sin una guía «falsa». Es decir, mi guía. La mía me sirvió a mí. Y fui yo, quién la diseñé para sacar el mejor provecho a mis estudios. Por lo tanto, debo dejarle que ese él, quién decida cómo debe ser su camino al éxito estudiantil. Y, cuándo me necesite, sonriendo decirle «por dónde empezamos».
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