En muchas ocasiones he hablado sobre el miedo que siente mi hijo mayor hacia los perros. Da igual la raza o el tamaño. Y, le es indiferente si van o no con correa o bozal. Para mi hijo, ir por la calle y ver un perro de frente, con el cuál se va a cruzar, o mirar hacia detrás, y ver que uno se le acerca…es un horror. Pero, para el que lo acompaña, no deja de ser frustrante y a la vez horrible también.

La palabra “cinofobia” proviene del griego: kynós, que significa perro y phobos, que significa miedo. Por tanto, la cinofobia es la fobia o miedo desproporcionado a los perros.

Muchos amantes de estos animales no pueden comprender este miedo irracional, pero lo cierto es que resulta bastante común. No solo la fobia extrema, sino también el simple miedo a algunas razas grandes o miedo ligero a todos los perros.

En el caso de mi hijo, hasta los 4 ó 5 años, éste temor era ajeno a él. Los perros le eran indiferentes. Mi cuñado además tenía una perrita pequeña, y a veces, le dejaba jugar con ella, y se reía mucho tirándole la pelota o viéndola correr. Un cierto día, fuimos a comer al chalet de un primo de mi marido. Había un perro grande, de hecho si se ponía de pie, era del tamaño de mi hijo, y le sobrepasaba la cabeza. No hubiese pasado nada, porque ese perro era juguetón, estaba acostumbrado a jugar a la pelota con los niños, y era cariñoso, pero muy nervioso. Así que optamos por atarlo hasta que se calmase un poco. Mi suegro sin embargo, creyó que el pobre animal, estaba sufriendo, y no se le ocurrió otra cosa, que soltarlo, justo cuándo mi hijo, estaba con la pelota en la mano…El perro, corrió desesperado hacia la pelota, lanzándose sobre mi hijo, con tan mala suerte que lo tiró al suelo.

Éste fue el principio del trauma. A partir de aquí, ya no quiso saber nada ni de ese perro en todo el día, ni de ningún otro hasta la fecha. Y, ya van casi 4 años. El caso es, que el susto, se convirtió en miedo, y el miedo en fobia.

Al principio, no lo entendíamos. Y siempre ha sido «no tengas miedo, no hacen nada. Mira ven, tócalo. Mira, ves??? si sólo quiere jugar?»…Así, siempre con aquellos perros que evidentemente para nosotros no eran peligrosos. Pero, no lográbamos nada. No sé cómo, el miedo fue a más. Y, de no querer tocarlos o jugar con ellos. Ha pasado ahora con 8 años, a tenerles una fobia increíble.

-no quiere compartir el mismo espacio, no puede oir los ladridos sin asustarse pensando que le van a atacar, si pasa cerca de alguna casa, y los oye, retrocede asustado; no puede pasar ningún perro por su lado, pues huye, corre y lo peor es, que no mira ni dónde huye, ni hacia dónde corre; tenemos que parar si algún perro va caminando tras él, pues no los pierde de vista hasta verse seguro; le da igual si va con correa.

Hace unos meses, en verano, huyó tan despavorido de un perro, que en dos ocasiones cruzó la calle sin mirar, y sin darnos tiempo a reaccionar. Tras éstos dos sustos, hablé con él, le dije que entendía su miedo, pero no podía consentir que por un animal, pudiese tener un accidente y salir perjudicado. Así que, le hice entender que estaba ahí para ayudarle en su miedo. Debía darme la mano, nos pararíamos, y dejaríamos que el animal continuase el camino. Lo logré, pero ahora, no sé el motivo, vuelve a las andadas. Sólo huye, no mira.

Hace unas semanas, quise indagar sobre éste miedo. Porque mi marido y el resto del mundo, insisten en no entender a mi hijo. Y en decirle que son buenos e inofensivos. De los demás, me da igual, pero de su padre no. Para su padre, la solución pasa por comprarle un perro. Y para mí, tras leer que entre un 5 y un 7% de la población tiene CINOFOBIA, que así se llama el miedo a los perror, quiero entenderle y hacer lo posible porque se le vaya el miedo.

En mi hijo, las taquicardias o paralización ante ellos, no ha llegado. Pero es verdaderamente frustrante caminar junto a él en un mundo en el que los perros son «los mejores amigos del hombre/mujer/niños»…y que no lo pongo en duda, a pesar de no haber nunca tenído uno…pero, el querer imponer ésto a las personas que sufren al verlos, no es justo.

Caminar por la calle, es un constante temor para éstas personas. No lo entendía hasta leer varios artículos. Hasta leer tantas y tantas definiciones de fobias existentes…Las fobias se tratan psicológicamente. Y yo, voy a tratar de entender a mi hijo, y luego ayudarle. Me falta el entendimiento del resto de la familia, pero bueno.

De hecho, a mí me gustan los animales. Los perros creo que son adorables, juguetones, y sí, son tu mejor amigo. Son los que anímicamente, más te pueden entender en sentimientos. Creo que son una ayuda para las personas que están sólas. Pero, puede que no entienda a aquellas personas que llevan al extremo sus cuidados, y que tratan de hacernos ver, que son cómo una persona. La tristeza que se debe sentir al perder a un animal, no creo que se pueda llegar a comparar a la pérdida de un ser querido. Aún así, todos mis respetos a los animales y sus dueños. És un respeto que sin embargo, no veo reflejado en muchas personas con animales domésticos.

Volviendo al tema de la cinofobia, término que desconocía por completo, para mí se ha convertido en un estudio. Quiero leer más sobre ello, y ver hasta qué punto puedo ayudar a mi hijo, para que al menos, caminar por la calle o compartir un mismo espacio, sea algo posible.

No sé cómo voy a empezar, pero intentaré buscar opciones viables. Puede que en un par de años se le pase la fobia, no creo que se convierta en dueño de un perro, pero al menos sí, que deje de tenerles miedo. Pero, también puede que no, y que el miedo vaya en aumento. Así que, tendré que ver las posibles soluciones.