En apenas dos semanas (desde diciembre que empezó a caminar ), ha pasado de no soltarse de la mano o las piernas, a caminar sólo por la casa, sin sujetarse a nada.

El otro día, volví del trabajo, y al abrir la puerta, de pronto le veo venir por el pasillo, solito, ¡qué alegría! no lo esperaba. A ver, no sabe levantarse del suelo, si no se sujeta antes a una mesa o silla, pero una vez erguido, va corriendo a todas partes.

Me busca por las habitaciones cuándo no me ve, y le gusta jugar al pilla pillla por el pasillo, se parte de risa. Cuándo estoy en la cocina, se asoma, me mira y vuelve a salir correteando hacia el comedor.

La verdad, es que es un orgullo ver cómo aprenden, y, es mucho más orgullo, ver que es un aprendizaje que inician por iniciativa propia. Qué a unos les cuesta más meses, sí, pero al final, todos sabemos que nuestros pequeños acabarán poniéndose en pie, y que iniciarán su propia aventura. Que les llevará a caerse y volver a levantarse, chichones, moratones, y un largo etcétera de carreras tras ellos cuándo empiezan a correr que se las «pelan»…

En el parque, dónde salimos casi a diario, ya haga viento y frío… hemos parado a jugar un rato, y ya, ha querido ir él caminando sin agarrarse a mí, cómo era costumbre. Quiere incluso, ir sólo por la calle. Camina sin rumbo fijo todavía, a su aire.

En apenas una semana, ha pasado de ir agarrado y sin soltarte, ha caminar por toda la casa recorriéndola.

Y, la última sorpresa ha sido, que tras 3 meses desde que empezaste a caminar solito, me sorprendes subiendo las escaleras, agarrado a la barandilla.

Vaya, cómo crecen. De hecho, en la última revisión, la pediatra me dijo que estaba más alto para su edad.