Así era. Y así fue durante muchos años. Deseando que llegaran las vacaciones, o alguna celebración importante, para ir a la tienda de fotografía, y comprar el carrete de fotos de 12, 24 ó 36. Intentando que no se acabasen antes de finalizar el viaje o la celebración. Intentando que saliesen enfocadas para luego no llevarte una desilusión. Cumpleaños, bodas, bautizos, fiestas, viajes, etc.

Las llevabas a la tienda de revelado, y tras una semana de espera, veías el resultado. Fotos desenfocadas, mirando cada cuál a un lado, siempre faltaba alguien en la foto, paisajes sin mucho sentido, niños en movimiento, abuelos que todavían no entendían muy bien qué era aquello que los retrataba. Siempre faltaba alguna foto, porque el carrete se había acabado cuándo menos lo esperabas, pero, siempre había alguna foto que podías guardar para el recuerdo, y que todavía guardas en ése álbum de fotos de cuándo te reunías en familia, de cuándo eras pequeñ@. En, ésa caja de zapatos, todas revueltas, y que cuándo las miras intentas recordar cuándo hiciste la foto, cuál era el viaje??…Por supuesto, hay otras que te gustaría romper y tirar, o simplemente olvidar en ésa caja de zapatos.

He recordado ésto durante éste fin de semana. Vinieron mis suegros, y empezaron a hablar de viajes, ellos han viajado siempre rodeado de familia o amigos. Acampadas, excursiones, viajes a la nieve. Y, por suerte, plasmaron sus recuerdos en fotos, pero también en cámara de video. De ésto, yo no tuve. Mis padres no tenían para comprarla. Una comunión, un cumpleaños, aprendiendo a esquiar…todo ello quedará siempre grabado. Grabado en cintas VHS que se llamaban. Y, que luego se veían en vídeos VHS también. Esos vídeos ya han desaparecido. Pero antes, mi marido cogió esas cintas, y las pasó al ordenador.

La tecnología ha avanzado en tan poco tiempo, que ahora los vídeos caseros con cámaras o las fotos con cámaras, ya sólo han quedado para los profesionales que se dedican a realizar bodas, bautizos o comuniones. Eventos dónde se contratan a éstos profesionales para tener un recuerdo para siempre. Pero, también se digitalizan. Ya, todo es digital.

Hace años, que no saco una foto en papel. Todo queda en mi cámara de fotos del móvil, también claro está, los vídeos. Y luego, todo ello se pasa al ordenador, dónde queda almacenado. Miles de fotos. Mis hijos, tienen tantas fotos de pequeños, que superan las mías de toda una vida casi. Al menos desde que nací, hasta que empezamos la era de la digitalización.

No hace tanto, que todavía plasmaba en fotos mis recuerdos, no hace tanto que miraba los álbunes, y sonreía al ver alguna foto familiar o de algún viaje.

Echo de menos la vida de antes. Casi no ha dado tiempo a despedirse de ella. La tecnología nos ha «invadido», para bien, no digo que no haya sido así. Pero, al mismo tiempo, siento que se me ha escapado una parte de mí, que ya no va a volver. Que quedará al igual que las cámaras de fotos y vídeo, en una vitrina. Llena de polvo, y con algún visitante ocasional, que al igual que yo, añore los tiempos en los que revelar un carrete de fotos, era lo más esperado de las vacaciones.